miércoles, 30 de octubre de 2013

El Acacio

El acacio, tiene un racimo de hoja con una forma particular, cuando niñas, tomábamos uno de ellos y jugábamos el juego del amor: "me quiere mucho, poquito, nada..." así desojábamos el racimo y teníamos por un tiempo la ilusión o desilusión de saber que el amor nos amaba o no.

Esta mañana tomé uno de esos racimos y lo desojé... mientras lo hacía pensé, ¿qué es el amor? y me vino a la memoria esa vieja canción de Domenico Modugno "¿Cómo estás?"
imaginé aquella escena. El amor le pregunta a su amor y la pregunta encierra tanto sentimiento, implica necesariamente la pertenencia de un espacio del corazón, que no se comparte con otros seres. El amor es aquella persona añorada, extrañada, amada. La búsqueda de ser aquel uno y único que menciona Adele en su canción "One and only..". el deseo de ser aquella persona especial, la emoción que transmite la presencia del otro. Aquello de sentirse vivo o viva hasta límites nunca imaginados. El cuerpo que comunica el sentir del corazón. 

¿Es que mujeres y hombres amamos de manera diferente? en la mujer por ejemplo, es similar a lo que ocurre con las flores en primavera, el amor despierta todos aquellos territorios que antes estuvieron dormidos, una precipitada actividad invade los rincones del espacio vital. Se congregan en una comunión inalterable todos los motivos, rendidos ante esta hierática presencia. Pareciera que toda la juventud y la belleza te visitaran en una misma ocasión. Una se convierte en reina, princesa, doncella y emperatriz. Ningún motivo es más importante que éste que transporta el hálito de vida que emerge desde los confines de tus entrañas de mujer. 

Así, el Acacio sería la fórmula secreta de saber que el amor no ha puesto un cerrojo definitivo en mi puerta.

lunes, 7 de octubre de 2013

El instante

Es ahora cuando soy yo misma sin el peso de los otros,
sin la vida de los otros, sin sus presencias infinitamente cálidas.

Es ahora cuando el yo, se compone de un mí y de un sol,
que no es la, ni re...
Es ahora cuando adormece el sentimiento, la conmoción del instante que se va.
El momento de la calma o de la rendición en que ya nada parece importar demasiado,
todo puede ser o no ser... el abandono a la insípida realidad.
No es fa, ni es sol,
es mí,
es yo,
Mi
yo
I

I am here

martes, 2 de julio de 2013

Te tienes a ti misma...

Fue una mañana fría a fines del año 2009, apuraba su paso para ir al trabajo y aceptar que era un día más, para inventarse la locura de vivir. El con su mirada tranquila y sus palabras pausadas, intentaba persuadir su mente, una vez más. Por alguna extraña razón tenía un sentido de la percepción que no había hallado en otros seres, por mucho que había buscado. El lanzazo de dolor que había traspasado su pecho, la imposibilitaba a vislumbrar cualquier horizonte, sin embargo, sus palabras parecían un sueño, un anhelo que aspiraba desde siglos remotos... Los dichos de él sonaron como una melodía suave, como el hito de la esperanza primigenia,  "te tienes a ti misma..." 

Avanzados los años, ese sueño parece ser realidad, el mundo ha dejado de ser hostil, se ha vuelto a encontrar con aquellas cosas que eran propias y alegraban su vida. El pasado quedó atrás. De pronto otra llaga quiere traspasar su costado. Una vez más estas palabras toman vida y regresan a su mente como un huracán con la fortaleza de ayer, retornan como una pregunta, como un vigilante silencioso, cuestionan el momento presente y se imponen ante el acontecer de los hechos. No importa lo que suceda, "te tienes a ti misma".

jueves, 29 de noviembre de 2012


La semilla trasplantada siempre buscará su propia tierra



“La vida es más que el alimento y el
 cuerpo es más que el vestido”.

Alegoría


Las montañas se empinaban por sobre el valle cubriendo una larga faja que daba relieve a sus ojos buscadores. El contorno de aquellas figuras podría dibujarlo a ojos cerrados, las reconocería aunque le mostraran todas las montañas del mundo. Con la llegada del invierno avizoraban los días fríos vistiendo los picos de blancos escarpados. Abajo en el valle los colores eran bien definidos, en invierno una extensa alfombra de color marrón anunciaba que el tiempo de la poda había llegado, luego el paisaje se tornaba más vívido al acercarse los primeros días soleados, las Fiestas Patrias intensificaban su paso vistiendo un desfile de coloridos contrastes, ¡había llegado la primavera! Hacia el verano los vientos tardinos refrescaban las montañosas laderas y el paisaje ahora se alzaba en una espesa tejedura verde, por entre las ramas asomaban rojizos colores del fruto que apuraba su maduración a la llegada de los días cálidos.

En la cabaña otro niño pequeño buscaba el pecho de la madre. La mirada de ella traspasaba las montañas que se interponían en su vuelo, cuando sus ojos campesinos se trasladaban  hacia otros mundos, donde la vida era algo más que el alimento.  

Transcurridos los tiempos de la juventud, una mañana de otoño Nahbi descubrió que había dejado atrás su niñez y que la adolescencia se acaba de marchar. Había llegado el tiempo de mirar la vida a la cara e iniciar el camino en busca de aquellos mundos que un día soñó. Extremando su paso se levantó de prisa y preparó su equipaje con lo imprescindible, un puñado de esperanzas, una porción de Fe, una bolsa grande de valor, doce piezas de coraje y el libro de la antigua historia que cuenta acerca de “Los tiempos antes del tiempo y del final de los días”. Éste lo puso en un lugar muy seguro, porque podría faltarle todo, pero jamás el manual de la antigua historia.

Una mañana desborda de de sol, Nahbi, tomó para sí la obligación de servir. Mientras su mente anhelaba encontrar pastos verdes para saciar su cuota de juventud ferviente. La razón la obligaba a seguir. Por una pequeña  dosis del tesoro que aprecian los que no conocen el verdadero valor de las cosas, la muchacha hipotecó su libertad. Las montañas nevadas se transformaron en numerosos rascacielos que ahogaban su corazón libertino y cambió la amplitud de sus laderas airosas por un par de metros cuadrados. El único consuelo que hallaban sus ojos soñadores era la observancia del tranquilo océano que se alzaba ante su asombrada vista. A menudo se preguntaba por qué las gentes de ese lugar nunca se veían, almas ocultas, encadenadas entre aquellas paredes sin fin. Su amigo, el mar, parecía tener etapas de fascinación con ella y en las tardes al caer el sol, cuando la brisa costera acariciaba sus mejillas se detenía a observarlo con admiración, lo imaginaba como un suelo aplanado y bien barrido, luego del rociado de agua en el atardecer, como solía suceder en los hogares de su pequeña aldea. Era como si una escoba gigante hubieran pasado por encima de toda la superficie y quedaba liso, tranquilo y silencioso, él, se entregaba como un amante en los brazos de su amada. Ella hubiera querido atraparlo con sus ojos y guardarlo en su alma para siempre. A veces, tenía la idea de que un día despertaría en su pequeño cuarto de edificio y tal vez no encontraría a su amado. Ese pensamiento la perturbaba, como antes la hubo trastornado la idea de perder un tesoro anhelado. Era tanta su fascinación por él, que no verlo hubiera sido una tortura.

Pasaron los días, los meses y terminó un año, poco a poco se fueron durmiendo los sueños de Nahbi. Su mente inquieta de niña juguetona se transformo en un campo de germinación y donde acunaba todas las ideas que aparecían en su cabeza. Comenzó a entender que tenía limitaciones y que el mundo al que había sido trasplantada era una mala copia de su antiguo hogar. Las gentes con las que compartía, eran ciudadanos de otros mundos, habían venido hasta estas lejanas tierras en busca de mejores tiempos para sus vidas. Se habían establecido en un lugar estratégico y avanzaban por tierra derecha. Eran justos con ella y la protegían de los peligros que existían afuera. Nahbi casi no entendía el idioma de la ciudad. Todos avanzando rápido de un lugar a otro, con una prisa casi indescriptible. La única prisa que ella conocía hasta entonces era la de correr tras un chivo que se escapó o cuando jugarreteaba con sus vecinos al atardecer.

Después de haber tenido a sus anchas el cielo, las montañas y el valle para disfrutar, ahora, apenas lograba atisbar alguna estrella en una noche despejada y jamás pudo volver a contar estrellas y medir el tamaño de ellas con sus dedos o contar estrellas fugaces y pedir un deseo, el cielo se perdía en la luminosidad de los faroles, era imposible apreciar su brillo y la intensidad de sus colores nocturnos, mucho menos confundirse en la inmensidad con él. Al menos por la mañana podía disfrutar de las gaviotas que llegaban hasta su ventana anunciando  la llegada de un nuevo día.

Un día descubrió que en este mundo para ser reconocido había que ser esclavo del deber por un tiempo, cumplir metas inalcanzables y exhibir logros en una pared, con lindas letras doradas. Ella amaba el trabajo y de alguna forma ya era esclava, no quería esclavizarse más. Sin embargo, tenía sueños y no quería abandonarlos. Tenía juventud, pero no tenía el tesoro que compraba la libertad.  

Su vida se había transformado en un espacio de soledad y de nostalgia  por el recuerdo de sus amados. Las familias que observaba allí se veían siempre felices de compartir juntos. Ella participaba en aquellos eventos como un observador silencioso, al margen. El silencio era su compañero de jornada  y el libro que contaba la historia antigua, era su esperanza. Un día elevó una oración, pero más que una oración era un sueño que se le escapó de sus labios. Mientras atendía sus labores, soñó que era libre, que era hermosa y feliz, que tenía un hogar y un compañero para compartir la vida.  Entonces invocó al Dios de los dioses y le pidió que la ayudara a salir de aquella “cárcel piadosa” y a cambio ella entregaría su vida al servicio del bien y de ayudar a otros. 

El Señor de señores que habita en todo lugar escuchó su oración y se sorprendió de tan osada propuesta. Lo que no sabía Nahbi era que cuando invocas al Dios de los dioses, te puede escuchar el Señor de señores, y si prometes algo, deberás cumplirlo. Es un pacto incorruptible. Prontamente la muchacha observo cómo al igual que a Moisés se le abrió paso entre las aguas, su camino se transformo en un sendero de libertad.

La segunda cosa que Nahbi no sabía era que el tiempo en el mundo de los Dioses es muy diferente al de la tierra. Tuvieron que transcurrir muchas mañanas con sus tardes y sus noches. Fríos inviernos, otoños soñolientos, primaveras olvidadas y calurosos veranos para que la muchacha soñadora comenzara a ver los primeros brotes de una semilla que había sido plantada desde hacía mucho, pero mucho tiempo en su corazón. Ella no comprendía el lenguaje de los Dioses y aunque a menudo le enviaban mensajeros, no llegaba identificarlos.

Nahbi fue liberada de aquella “cárcel piadosa”, contrario a lo que ella esperaba, el trabajo aumentó. Cada día llegaba en diferentes formas y debía asumir nuevas responsabilidades. Por mucho tiempo sus oídos se hicieron sordos a las voces de los mensajeros celestiales y por lo tanto no llegaba comprender por qué debía cumplir aquellas trabajosas tareas. En ocasiones se agotaban sus sentidos, le faltaban energías y a veces sentía que ya no podría continuar. Una mañana al despertar descubrió que había transcurrido mucho tiempo desde que había abandonado la cárcel piadosa. Reflexionó acerca de sus días en la actualidad y comprendió que no era completamente libre. Al instante reflexionó ¿qué puedo hacer, si necesito sustentarme para vivir? A menos que recibiera una ayuda del cielo, -sonrió sarcásticamente-. Si viniera un ángel y me ayudara, entonces sabría qué hacer y cómo hacerlo. Tal vez podría establecer mi vida en otro lugar y así no tener que trabajar tanto para sobrevivir. Cuando terminó de mencionar aquellas palabras, apareció ante sus ojos un hombrecito de aspecto admirable. Con una mirada inquieta y profunda. Nahbi se sorprendió al verlo y lo primero que pensó fue que este sería un forastero. -Se dijo para si misma-, tal vez ha perdido su rumbo y necesita ayuda, pero ¿qué hace en mi cabaña? Ella se apresuró a tomar una bata que tenía junto a su cama y se acercó. Cuando el hombrecito la vio, le hizo una reverencia –buenos días señorita-, -dichosos los ojos que os ven-; Ella más sorprendida aún respondió al amable saludo y apenas pudo pronunciar una frase, -¡gracias buen hombre!- Luego con palabras entrecortadas dijo -¿Puedo ayudarlo en algo?- A lo que el hombre respondió           -señorita he sido enviado desde el Inicio de los Tiempos, para venir en su ayuda y desde este mismo instante estoy a su servicio- Nahbi estaba atónita y antes de que pudiera reponerse del asombro, algo que había sobre la mesita de su cabaña llamó la atención de sus ojos, era un libro similar al que ella tenía junto a su cama, pero este libro a diferencia de aquel estaba intacto y tenía letras doradas sobre su tapa y se leía en un idioma no conocido algo así como “Libro de todas las cosas antes de que el tiempo fuera y hasta el fin de los tiempos”.  Se sorprendió de que pudiera leer ese idioma y se sonrojó al instante en que comprendía que el Señor de señores había enviado aquel hombre. Entonces recordó su oración realizada años de años atrás, y recordó también su promesa de “entregar su vida al servicio del bien y de ayudar a otros”, en ese momento algo como un rayo entró por su ventana y traspasó su corazón, una especie de bola de fuego se instalo en el centro de su corazón, su cuerpo se estremeció de la cabeza a los pies, no alcanzó a pronunciar palabra, cuando estaba tirada en el piso e inconsciente.

Transcurrieron varias horas, cuando despertó, estaba sobre su camita, desde allí podía observar que había fuego en la chimenea, un exquisito aroma a frutos silvestres la envolvía. Desde afuera se oía una acariciante música, alguien cantaba, de pronto recordó todo lo que había sucedido y se preguntó dónde estaba el hombrecito. Salió de su cama buscando el lugar desde donde venía la melodía y al entrar en el bosque halló al hombrecito cortando unos leños al mismo tiempo que entonaba una canción indescriptible, en un idioma no conocido pero era dulce a sus oídos. De pronto, antes que pudiera decir nada, sintió que en su corazón ardía, entonces recordó el rayo que se instaló en su pecho. Al mismo tiempo el hombrecito se volteó para verla y ella por primera vez se encontró con su mirada, una profunda mirada azul, que parecía penetrar su alma. Ella no pudo contenerse y bajó sus ojos sonrojada. Él la invitó con ademán, ella se acercó y observando los árboles que estaban comenzando a brotar, dijo,-pronto se acabará el invierno, ya aparecieron los primeros brotes-. El hombre respondió, nunca más habrá invierno en tu vida Nahbi, sus palabras resonaron en el centro mismo de su corazón y sintió como si una llamarada se encendiera. La muchacha se estremeció y por primera vez se atrevió a preguntar. -¿Cómo te llamas?- él la miró tiernamente a los ojos y respondió –Compañero, ese es mi nombre Nahbi- y he venido para acompañarte en el siguiente espacio que debes transitar. Ella se sonrió con alegría, sin pronunciar palabra asintió con su cabeza. El compañero tomó sus manos entre las de él y dijo: -princesa Nahbi, de lo secreto has venido para avanzar hacia los tiempos futuros. El que me ha enviado conoce toda tu vida, sabe que tienes dificultades para comprender sus tiempos, pero reconoce que no haz olvidado tu promesa. Ese libro que viste sobre la mesita, es el que nos guiará nuestro destino final, desde ahora ya nunca más estarás sola. Se acabaron los tiempos de andar errante, desde ahora se inicia tu peregrinaje. El que me ha enviado puso en tu corazón la llama de la Virtud Eterna y desde ahora comenzarás a “entregar tu vida al servicio del bien y de ayudar a otros”. Nahbi se quedó en silencio por unos minutos, hasta que por fin vinieron sus palabras. Musitó, ¿por qué no sucedió antes? El la miró con una ternura inimaginable y dijo: -porque no estabas preparada para iniciar tu verdadero trabajo en la vida-, Hay muchas personas en el mundo que nunca llegan a estar listos para encargarse de su verdadera misión. ¿Recuerdas todo lo que has experimentado desde aquel día que hiciste tu promesa?, Ella asintió con la cabeza, -Todas esas cosas no son más que distracciones, que están puestas allí para desviarte de tu verdadero camino. De pronto observó a través de los árboles y vislumbró allá lejos en la ciudad muchas personas yendo de un lugar a otro. El Compañero dijo –al igual que ellos, tú princesa estabas errando por esas calles de un lugar a otro. Hasta el instante en que hiciste tu oración, entonces el Señor de señores me envió en tu ayuda-, -El está muy orgulloso de ti, has debido soportar dificultades que pocas personas capaces de vencer-.

La muchacha lo observó mientras meditaba en sus palabras y reparó que tenía un hermoso semblante, hasta pudo presentir su noble corazón. Entonces se atrevió a decir:-Que afortunada soy de que vinieras Compañero, mi corazón se siente acompañado. Ahora quisiera avanzar hasta donde está él y ver sus ojos, su mirada y quedarme para siempre a su lado-. El compañero dijo: -tendrás tu alegría indescriptible princesa Nahbi, pero antes, debes cumplir tu promesa al Señor de señores.

Volvieron a la cabaña, prepararon su equipaje, que constaba de una porción grande bondad, una bolsa de esperanza, una buena dosis de Fe, doce paquetitos de gratitud, un sobre lleno de misericordia y todo el amor que les fue posible tomar. Sin olvidar el libro de la antigua historia que cuenta acerca de “Los tiempos antes del tiempo y del final de los días”.

                        Isska Co

martes, 13 de noviembre de 2012

Historia y Mujer


La historia es construida por quienes la vivencian y relatada por quienes poseen la habilidad de convertir en palabras los hechos. Este relato nuevo y fresco que emerge en la voz de Catalina, reconocida por Valdivieso, posee la facultad del cuestionamiento de principio a fin, este decir que desestabiliza las estructuras removiendo antiguas ruinas erigidas sobre los pilares del poder se constituye el primer asomo de feminismo en Chile, cuando la democracia retomaba su lugar abriendo las puertas del pensamiento y la reflexión. Desde allí emerge su fortaleza, se empodera de la vida a través de la articulación que toma la forma de una denuncia al principio, para luego ser dueña de la palabra. Halla en la ruptura su continuidad, en la constante pugna se fortalece, hasta lograr permanecer. Viene desde siglos inmemoriales buscando un cauce para expandirse, cuando encontró un auxilio se enorgulleció de su estirpe y no negó su naturaleza, sino que se gozó en su individualidad. Aunque por años y años estuvo divagando por las edades sin tiempo, esta creatura de rostro encubierto, de lenguaje sin código, poseedora de infinitas diferencias e invaluables virtudes, se hace mujer en la dicha del decir, cuando su voz encontró el sonido y sus palabras se abrieron paso a la vida. Confluyen en un mismo instante historia y existencia, pasado, presente y futuro son uno mismo en el sueño de ser y perdurar; en el anhelo de enriquecer el mundo con su mirada y educarlo en su pensamiento; poseedora de la vida y la muerte la observó el hombre y le temió por ser ella más sabia, con una sabiduría no conocida. Así es la mujer madre, amiga, hermana y amante; artista, arquitecta, médico y aprendiz; maestra, escritora, gobernante y emperatriz. Traspasando  vino montes y collados, en busca de un lugar para establecer su estirpe. Vista fue por el creador en su sueño primigenio y el hombre cerró sus ojos, para no ver en ella el ángel que le había sido engendrado.

viernes, 21 de octubre de 2011

El Cuerpo

En las memorias del alma quedarán grabados
sueños, 
anhelos,
esperanzas.


El tiempo parece disolver toda pasión,
estampada sobre los sentidos del ser,
amores,
dolores,
pasiones encontradas.


Un cuero vacío
en el infinito del tiempo,
la huella de su paso indeleble,
denotada en los hechos.


Todo parece esfumarse,
mientras el alma duerme,
adolesciendo de sentir,
resignada, 
abandonada a su destino.


Tripartitos en la eternidad,
imagen de un alma invisible,
testigo de lo que dicta el espíritu
el cuerpo carga con todos los males
y goza del bien de la vida.


Cuando se sienta en tu mesa contigo,
dejando aromas de azahares por doquier,
el cuerpo es el testigo inherente,
del alma,
del cielo,
del sol,
cuando aquel visitante esquivo
te acompaña,
y goza contigo.

jueves, 15 de julio de 2010

Abandono

Es inútil 




volver a llorar sobre las cenizas,
de un tiempo que ya se fue,
Marchando va en la distancia.

Cuando el corazón enmudece,
los labios sufren de esterilidad,
los sentidos divagan 
como viajeros sin rumbo.

La mirada en prospectiva
hacia un porvenir,
recopilando esperanzas,
pariendo sueños,
añorando vivencias,

Imaginando nuevos 
mundos,
otros ojos,
nuevos sentidos,
nuevos amores.
para entretener 
el espacio del existir.

Inútil resulta
volver sobre un pasado que se marchó,
los muertos, muertos son,
si el corazón no siente,
lo demás resulta pueril.

El despojo,
El abandono,
La aceptación,
Resignación,

Fijar la mirada en lo que vendrá,
El alma desnuda,
En el espacio infinito,
El cuerpo indefenso,
El corazón ávido de vivencias,

El espíritu 
buscando renovación,
así como ocurre con la tierra,
cuando se viste de verde en primavera,
espera,
por lo que vendrá.