El acacio, tiene un racimo de hoja con una forma
particular, cuando niñas, tomábamos uno de ellos y jugábamos el juego del amor:
"me quiere mucho, poquito, nada..." así desojábamos el racimo y
teníamos por un tiempo la ilusión o desilusión de saber que el amor nos amaba o no.
Esta mañana tomé uno de esos racimos y lo desojé... mientras lo hacía pensé, ¿qué es el amor? y me vino a la memoria esa vieja canción de Domenico Modugno "¿Cómo estás?"
imaginé aquella escena. El amor le
pregunta a su amor y la pregunta encierra tanto sentimiento, implica
necesariamente la pertenencia de un espacio del corazón, que no se comparte con
otros seres. El amor es aquella persona añorada, extrañada, amada. La búsqueda
de ser aquel uno y único que menciona Adele en su canción "One and only..". el
deseo de ser aquella persona especial, la emoción que transmite la presencia
del otro. Aquello de sentirse vivo o viva hasta límites nunca imaginados. El
cuerpo que comunica el sentir del corazón. Esta mañana tomé uno de esos racimos y lo desojé... mientras lo hacía pensé, ¿qué es el amor? y me vino a la memoria esa vieja canción de Domenico Modugno "¿Cómo estás?"
¿Es que mujeres y hombres amamos de manera diferente? en la mujer por ejemplo, es similar a lo que ocurre con las flores en primavera, el amor despierta todos aquellos territorios que antes estuvieron dormidos, una precipitada actividad invade los rincones del espacio vital. Se congregan en una comunión inalterable todos los motivos, rendidos ante esta hierática presencia. Pareciera que toda la juventud y la belleza te visitaran en una misma ocasión. Una se convierte en reina, princesa, doncella y emperatriz. Ningún motivo es más importante que éste que transporta el hálito de vida que emerge desde los confines de tus entrañas de mujer.
Así, el Acacio sería la fórmula secreta de saber que el amor no ha puesto un cerrojo definitivo en mi puerta.